El territorio del Estado Libre y Soberano de Jalisco se encuentra habitado desde hace alrededor de 15.000 años según lo indican restos humanos (entre ellos fragmentos de cráneos) y diversidad de vestigios de animales, junto con otros testimonios de objetos manufacturados, descubiertos alrededor de las lagunas de Zacoalco y Chapala, que entonces estaban unidas entre sí. Se han podido localizar puntas de flecha, raspadores de cuerno de venado, agujas, punzones, silbatos, anzuelos y colgantes de hueso o colmillos, percutores de hueso de caballo, e incluso una vértebra de ballena con dos golpes producidos por el filo de un instrumento tosco, que fue localizada a fines del siglo pasado en Zacoalco de Torres. A comienzos del siglo XVIII, franceses e ingleses daban ya claras muestras de estar interesados en participar también de la colonización en América. Pronto se sumaron los rusos, aumentando la preocupación de las autoridades españolas que vislumbraban una competencia y un peligro para sus dominios más septentrionales, además del riesgo de perder las probables riquezas de las tierras aún no colonizadas. De cualquier modo, la colonización de las tierras aún ajenas a la conquista española ocupó un importante sitio en la historia de Nueva Galicia, sobre todo porque dio lugar a una mayor trascendente metamorfosis económica, política y demográfica experimentada por la región. Guadalajara, por lo tanto, pasó a ser el punto de concentración para una larga serie de intereses de toda índole, principalemte económicos. En 1767, la situación cambiaría súbitamente donde imperaban las misiones de los jesuitas. Carlos III, molesto por su resistencia al poder real más las numerosas acusaciones de que era objeto la Compañía de Jesús, se dispuso a proscribirla y expulsar a todos sus miembros de los dominios españoles. En Guadalajara el trámite se desarrolló sin mayores contratiempos. La madrugada del 25 de junio, por órdenes del Gobernador, se aprehendió a los 12 jesuitas que había en la ciudad y al día siguiente se les envió a Veracruz, donde fueron embarcados con rumbo a Italia. Después siguieron los jesuitas de lo que hoy son los estados de Nayarit, Sonora, Sinaloa y California. Los jesuitas fueron sin embargo reemplazados por los franciscanos. Tras el descenso de habitantes sufrido por casi todo el Virreinato hasta mediados del siglo XVII, a causa de las continuas guerras con los indígenas, Nueva Galicia inició un considerable crecimiento que se acentuó a partir de 1720, y más aún después de 1760. Siempre se conservó la misma proporción entre los diferentes tipos de habitantes que, al comenzar el siglo XIX.
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